Creo que nunca nadie te ha encontrado tantas veces como yo, detrás de esos vidrios con olor a arqueología que tanto te gustan, o entre esos pensamientos de ayer, que cada vez menos, tienes ganas de entender.
Una vez te encontré jugando con mis ideas, y me las contaste para que me riera, y me reía más no porque fueran mías, sino porque la contabas con tanta emoción de haber resuelto el misterio que seguramente yo jamás resolvería, porque sabes que hay cosas a las que me gusta seguirle dando vueltas.
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