sábado, 1 de enero de 2011

Domingo (VII parte)

A veces bautizo tus teorías con nombres de personajes sacados de la televisión, de esos que brincan como yo, sonríes y entiendo que a veces piensas que así debiera ser el mundo, como nosotros. Pero al final son solo juegos que únicamente entenderíamos los dos.

Me imagino esas tardes contigo llenas de expresos y palabras correctas con sábanas en el piso, cazando atardeceres en lugares nuevos y pensando en cosas irrelevantemente importantes en nuestra lógica, aclarándolas, para así dejar a las ideas menos cuerdas, cosa que siempre al final nos tranquiliza.

Y así te sigo encontrando a veces en las mañanas, en el vaso de agua, en la dialéctica de papel que nos emociona, en un no puedo dormir, escondido al acecho de mis descuidos de realidad.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Domingo (VI parte)


En la playa allá donde vivimos y siempre queremos volver… te encontré una tarde nadando feliz, y tú sabías que yo también estaba ahí, jugando probablemente con algún perro o alguna rama que encontré en la arena. Salías del mar como ese vikingo que siempre dices que quieres ser, el que roba a la princesa y la lleva a esa ciudad perdida.. y yo te espío cómplice de un sueño que yo siempre vivo contigo, cuando aprietas mi mano fuerte para brincar el charco de agua, o cuando me dices que salgamos a ese lugar donde he querido ir toda la semana, o cuando dices que a mi regreso a casa me esperarás con una torta de chocolate.

Domingo (V parte)

Te acuerdas cuando ese perro nos seguía, Max, y desde entonces todos nuestros perros sin nombre se llaman Max, y más si son rebeldes. Creo que nunca te encontré tantas veces seguidas como cuando volteabas a ver a Max, a ver si aún nos estaba siguiendo o guiando… o cuando al regreso, distante se alejaba por su camino y tu y yo queríamos seguirlo, pero era mejor así, no encariñarse. Pero encariñados ya estábamos, y en silencio ya habíamos concluido que el regreso siempre es querido cuando se quiere ver a un viejo amigo.

Domingo (IV parte)


Creo que nunca nadie te ha encontrado tantas veces como yo, detrás de esos vidrios con olor a arqueología que tanto te gustan, o entre esos pensamientos de ayer, que cada vez menos, tienes ganas de entender.

Una vez te encontré jugando con mis ideas, y me las contaste para que me riera, y me reía más no porque fueran mías, sino porque la contabas con tanta emoción de haber resuelto el misterio que seguramente yo jamás resolvería, porque sabes que hay cosas a las que me gusta seguirle dando vueltas.

Domingo (III parte)


Una salida que terminó en un café, como muchas, me reveló el extremo de tus silencios, y pase por días pensando junto con ese camino que hicimos en paz, ausente y largo esa tarde. Pensaba en esos espacios en blanco que sueles dejar junto a ti.. y termine concluyendo que lo hacías a propósito, porque como yo, amas los blancos, yo en mis lienzos donde tengo múltiples opciones para mis colores, y tu, porque esperas que yo los pinte.. pero a veces guardo los pinceles solo para observar como juegas con tus blancos, donde al final, siempre, terminamos felices y con las manos embarradas.

Domingo (II parte)

Me gusta ver cuando abres tus ojos por la mañana, todos empijamados y volviéndote a preguntar de donde saco esa energía para levantarme, y vuelves a hacerme la pregunta, solo para saber, que se me ha ocurrido esa mañana, y esperas con intriga mis respuestas que se resbalan pueriles de mis movimientos que no puedes domar, aunque a veces creas que lo consigues.. y te salgo con un “porque hay sol”, "porque es domingo”, “porque hoy comeremos pancakes”, “porque nos vamos a la playa”.. o porque decidí que el miércoles se llame domingo.. y luego me alejo en brincos buscando que hacer.. y tu esperas en la cama a que regrese con mis besos que nunca sabes donde irán a caer y te diga.. amoooor.. ya está el café!..

Domingo (I parte)

Cuando interrumpo tu lectura casi siempre torpemente, le sonríes a mi risa de culpa, y luego recuerdas que es porque siempre ando pensando en pajaritos de colores, de esos a los que tú siempre les construyes nombres e historias para después.

Y luego te hago una pregunta que parecen diez, y te veo molesto frente a los espejos de elecciones a los que te obligo a estar siempre, con los que más tarde juegas a solas en pensamientos de múltiples escenarios, donde se que le borras la respuesta que ya me diste, y te vas por caminos de opciones en los que también hubiera querido perderme, y tu conmigo.. y al final, aún más molesto que al principio de este juego al que siempre sin querer, o queriendo, te obligo a jugar, vuelves a mirarme esperando otra línea más o una sonrisa coqueta en la que suspiras.. y entiendes que es porque aún sigo esperando nuestra ida al parque del domingo.