miércoles, 23 de mayo de 2007

Para mi amiga Ela...


El artista siempre tendrá más
derechos que cualquiera.

El artista tiene la habilidad
de matar ideas,
destruir y crear mundos,
pintar pasiones
y sumergirnos en
sus realidades...
y el artista en esta causa
es perdonado..
Sin culpas!!…

La locura del artista alcanza
donde la razón
y la ética jamás podrán,
aun cuando esta
locura tenga una razón…


Michu

Foto: Ela

Julio Cortazar - Rayuela - Capitulo 7

 





Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua.

(Julio Cortazar-Rayuela - Capitulo 7-Año: 1963)

Para la Michu



Mii querida Michelina, Ela saluda.
Me he perdido un buen tiempo de acá por cuestiones monetarias.. pero bueno, siempre sucede.
Quería recordarle lo trrremebunda mente bien que me cae, me gustó mucho charlar con usted en Diva aquel día, me sentí muy en confianza.
Felicitarla quería por todo lo que hace por el Jazz aquí donde las esperanzas para un sueño no siempre están flotando por nuestra superficie..
Michu, la que admira al hombre más alla de su imagen musical, la que ve lo que otros no pueden en aquellos seres privilegiados..
Bueno se despide la srta. que escribe como señora encopetada
Un abrazo fuerte y con muchas corcheas flotando!
:)

sábado, 5 de mayo de 2007

Ya no importa..

Anyone can become angry - that is easy. But to be angry with the right person, to the right degree, at the right time, for the right purpose, and in the right way- this is not easy!!!...

Aristoteles - The Nicomachean Ethics

Me encontraba enredada... casi tropezandome con mis pensamientos y Eduardo llegó con un libro abierto y me mostro la frase de Aristoteles.. tan oportuno! y tan acertado!..

A veces lo veia sonreir con esa sonrisa chueca, como la llamaba yo, tan llena de devoción y de secretos.... con tanto brillo, que cegaría hasta al más astuto de los murciélagos..
Entonces le sonreía, esperando un gesto más.. pero entonces noto que ya no me mira, que olvido mirar, que olvido olvidar.. y me alejaba preguntandome quien se habrá llevado su risa...

Pero bueno, ya es tarde y estoy lejos, y ya no me importa..

Año 2007 (Im old fashioned de Coltrane en el fondo)

algo de HORACE WALPOLE

"Life is a comedy for those who think and a tragedy for those who feel - HORACE WALPOLE"

jueves, 3 de mayo de 2007

arriba corazon!! di pues tu adios y sana.....


arriba corazon!! di pues tu adios y sana..... (frase tomada de Jose Antonio)
Ayer mate todo los pajaritos de mi estomago॥ pero deje los que viven en mi cabeza...

(foto que la encontre navegando, y me recordo... a mi!)



algo de Jorge Luis Borges...

Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la proxima trataria de cometer mas errores. No intentaria ser tan perfecto, me relajaria mas, seria mas tonto de lo que he sido, de hecho tomaria muy pocas cosas con seriedad. Seria menos higienico, correria mas riesgos, haria mas viajes, contemplaria mas atardeceres, subiria mas montanas, nadaria mas rios. Iria a lugares a donde nunca he ido, comeria mas helado y menos habas, tendria mas problemas reales y menos imaginarios. Yo fui una de esas personas que vivio sensata y prolificamente cada momento de su vida, claro que tuve momentos de alegria, pero si pudiera volver atras trataria solamente de tener buenos momentos. Por si no lo saben, de eso esta hecha la vida, solo de momentos, no te pierdas el ahora. Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin un termometro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaidas; si pudiera volver a vivir, viajaria mas liviano. Si pudiera volver a vivir, comenzaria a andar descalzo a principios de la primavera y seguiria asi hasta concluir el otono. Daria mas vueltas en calesitas, contemplaria mas amaneceres y jugaria con mas ninos, si tuviera otra vez la vida por delante��� Pero ya tengo 85 anos y se que me estoy muriendo. >Jorge Luis Borges

miércoles, 2 de mayo de 2007

algo de María Elena Walsh para contarles de mi ciudad...

GUAYAQUIL, EL REINO DEL DERECHO Y DEL REVÉS
Por María Elena Walsh


Dicen que las mujeres tenemos más desarrollada la intuición. Pero yo no intuía nada de cómo iba a ser mi estadía en Guayaquil. Venía sin demasiadas expectativas ya que estaba acostumbrada por mi trabajo de consultoría, a vivir por tiempos breves en diferentes lugares y luego decir adiós.

Llegué a Guayaquil un domingo caluroso de febrero del 2005. Venía desde Buenos Aires, donde el calor del verano es tan intenso y pegajoso como el que me golpeó al bajar en el aeropuerto Simón Bolívar. Un señor con cara de enojado sería el encargado de controlar mi pasaporte en migraciones, pero cuando abrió su boca, fue para brindarme una sonrisa y darme la bienvenida al Ecuador y a Guayaquil. Su calidez me predispuso a pensar que todos los guayaquileños serían así.

Al salir, un cartel diciendo mi nombre se agitaba a como en medio de un huracán. Era el chofer enviado por la empresa que me había contratado, junto a un jovencito que sería mi mano derecha, el tiempo que durase mi estada en el Ecuador. Subimos al taxi 'amigo' que nos esperaba y mi guía guayaquileño me enseñaba la ciudad cumpliendo la función de improvisado cicerone.
A la derecha el 'Coliseo Voltaire' y el 'Estadio Modelo', estas son las circunvalaciones que comunican con? No supe con qué me comunicaban porque el chofer, había encendido su radio y un reaggeton invadió mi cerebro. El auto con vidrios polarizados y el aire acondicionado a full me hacían sentir como en un filme de Almodóvar, donde lo kitsch se mezclaba con lo moderno: los perritos con camiseta del Barcelona que adornaban el tablero, movían la cabeza como diciéndome que tenía razón con mis pensamientos.

Las mujeres en las calles, lucían sus cuerpos exuberantes enfundadas en jeans calzados con vaselina o mini-faldas ínfimas y sandalias altísimas... Los tops o blusas eran coloridas y minúsculas. Los hombres las llevaban de la cintura, marcando que eran su propiedad privada. Llegamos a la avenida 9 de octubre, avisté el Malecón del Salado a lo lejos, con sus característicos parasoles como velas de barco y con la promesa de ir a recorrerlo en otro momento, seguimos rumbo al hotel. El hotel era bellísimo. Mi acompañante me dejó con el conserje, prometiendo pasar por mí en una hora, para llevarme a almorzar comida típica y luego hacer un sencillo tour por la ciudad.

Mientras el botones me llevaba a mi suite, le comenté lo bien climatizado que estaba el hotel, ya que el calor afuera era infernal. Su respuesta me sorprendió -porque estamos en invierno señorita, en verano es otra cosa. Por supuesto le dije, en verano hace mucho más calor. El botones me dijo que no, que el verano era mucho más fresco. No quise ahondar en el tema pero pensé ¡aquí están todos locos!
Mientras comía una papaya, cambié mi ropa de viaje por algo más cómodo y me alisté para ir a almorzar y conocer la ciudad que me acogería durante cuatro o cinco meses.

Mi acompañante fue súper puntual, aunque con el correr de los días aprendería que la puntualidad no era una característica guayaquileña. El almuerzo lo hicimos en el mismo hotel y descubrí sabores que resultaron extraños a mi paladar pero que me gustaron. Nunca había comido banana en platos salados, y aquí eran una marca registrada del país, pues variaba de nombre y textura: maduro y verde eran banana o plátano, pero diferente.

Durante el almuerzo, mi guía me narró historias de la ciudad, de las veces que se incendió, de la reconstrucción y del verdadero cambio que estaba atravesando en esos momentos Guayaquil.

EL RECONOCIMIENTO: Los íconos de Guayaquil.
Salimos por la avenida 9 de Octubre, una de las más representativas extensas arterias de la ciudad. De acuerdo a una tradición argentina, es de buen augurio conocer una iglesia apenas se llega a un país. Sabía que la Catedral Metropolitana estaba cerca del hotel, que podíamos ir caminando. Me miró espantado y sólo se atrevió a decirme que lamentablemente estábamos en invierno, y que el calor en esa estación era terrible, que no lo iba a soportar. No quise discutir sobre lo que significa invierno o verano porque no quería caerle como una maestra a este pobre jovencito que estaba sacrificando su domingo por mi. Ya tendría tiempo de aclarar el tema, pero en lo que mantuve firme fue en caminar. Yo ya tenía una ruta predeterminada que me había estudiado en el avión. El calor no me asustaba.
Luego de caminar unos cuadras, lo sorprendí diciendo que quería doblar por la calle Boyacá, para ver los negocios que ahí se encontraban. Estaba todo cerrado, pero me sirvió para ubicarme en la ciudad. Con mi acompañante transpirado y agotado llegamos a La Catedral. Al entrar, la luz que se filtraba a través de los vitrales que adornan los grandes ventanales de sus tres naves, elevaron mi espíritu arrancándome de toda sensación terrenal.

Un viejecito se me acercó y me preguntó si quería conocer la historia de la iglesia. Sin esperar respuesta, me contó sobre las veces que se había incendiado, dónde era su ubicación original, y alguna que otra anécdota de color. Quise compensar su información con una propina, pero declinó recibirla. Me explicó que al ver mi recogimiento, sintió necesidad de hablarme. Y aún más, agradeció haberle dado esa oportunidad de poder hablar conmigo y se marchó. Sin salir de mi asombro por la actitud del anciano, di gracias a Dios por el recibimiento que me estaba dando Guayaquil. Me sentí privilegiada, me sentí bendecida. Estaba como en trance porque la visión de ese anciano fue tan fuerte que era como estar en frente a un santo y que me hubiese escogido a mi para protegerme. Puede sonar fantasioso, pero esa fue mi sensación. Ya estaba amando Guayaquil. Nos cruzamos a ver el famoso Parque de las Iguanas (Parque Seminario). Debo reconocer que tuve cierta recelo al ver tantas iguanas caminando por el césped y trepadas a los árboles. Toqué a una de ellas por la cola y sentí como una electricidad que me recorría todo el cuerpo. Mi compañero me contó que había un enorme monumento, a punto de inaugurarse, rindiendo homenaje a las iguanas. Me pregunté porqué este reptil, casi prehistórico, se había afincado en Guayaquil, transformándose en su símbolo.
Quizás porque esta ciudad deberá permanecer para siempre, me dije. Había muchísima gente sentada en los bancos, comiendo, charlando, jugueteando con las iguanas. Descubrí lo bullicioso que es el pueblo de esta ciudad. Se ríen y hablan todos juntos en tonos bien altos. Se asemejaban a los napolitanos por lo gritones.
Nos fuimos del Parque camino al encuentro que yo más ansiaba: El monumento a los Libertadores Simón Bolívar y San Martín, en el Malecón 2000. Parecía que todos los habitantes de Guayaquil hubieran querido acompañarnos. Chicos corriendo por todos lados con sus helados derritiéndose entre los dedos y los padres comiendo sánduches y bebiendo cervecitas. El Guayas se mostraba correntoso y rápido. Frente a mi, la rotonda con las estatuas de los dos más grandes libertadores de América me aisló del bullicio y en un trompo vertiginoso escuché el diálogo del que siempre hicimos suposiciones pero del que nunca tuvimos certezas.
Guayaquil, tierra de misterios, de claroscuros, de libertad. Quizás por eso es que las iguanas se habían afincado acá. Eran las guardianas del pasado, quizás. Caminamos todo el Malecón, nos subimos a un barco 'pirata' que recorrió un buen tramo del río Guayas de norte a sur. El anochecer sobre el río nos envolvía con una luz tenue, romántica. Las luces de la ciudad se iban encendiendo y el espectáculo era aún más hermoso. Unos tragos acompañados con patacones bien crocantes, mitigaron el apetito que tanta belleza nos provocaba. El Palacio de Cristal, la Torre del Reloj Público o Torre Morisca, La Fragata Guayas mostraban el bello escenario que es el Malecón 2000. El Cerro Santa Ana lucía como una torta de cumpleaños con todas las candelas encendidas. La luna estaba redonda, gigante, e iluminaba el río dejando una estela brillante sobre el agua.

EL NACIMIENTO DE GUAYAQUIL: Cerro Santa Ana - Barrio Las Peñas

Al norte del Malecón se erige el Cerro Santa Ana y recostada sobre las faldas del cerro está el Barrio más tradicional y antiguo de la ciudad: Las Peñas. Histórico fundamentalmente, porque fue en sus calles donde se fundó Guayaquil. Ingresamos por la calle Numa Pompilio Llona, calle principal del barrio, donde nos encontramos con la más variada gama de personajes, ya que hoy se mixturan los bohemios, los artistas, los viejos habitantes y el brillante colorido de sus casas y sus balcones floridos.

Empezamos a subir los 456 escalones que llevan al faro del Santa Ana, pero el cansancio del día tan plenamente vivido nos obligó a hacer una parada en uno de los tantos barcitos y restaurantes que acompañan la escalada. Salsa, reagetton, tamboriles animaban el ambiente pleno de turistas y guayaquileños. Aromas y perfumes deliciosos despertaban todos mis sentidos y mi cuerpo, a pesar de la fatiga se empezó a mover al ritmo contagioso que imprimía esta bella ciudad. Cervezas heladas, cazuela de mariscos, patacones, uñas de cangrejo, camarones, todo servido en pequeñas cazuelas como platos de degustación.
Unión de razas, unión de sentimientos, comunión de almas en un sólo lugar: Guayaquil. Ritmo, alegría, amistad, diversión, magia. Me pregunté cómo haría para ponerme sería con mi asistente al otro día. Le había mostrado toda mi esencia y Guayaquil tenía la culpa.
En fin, mañana sería otro día y hoy era hoy. Valía el disfrute. Se hizo tarde y decidí poner fin al tour. Necesitaba descansar para estar fresca al otro día. El resto de los escalones podían esperar, seguramente habría otras oportunidades. Llegando al hotel me invadieron, literalmente hablando, ¡los grillos! Al ver el primero dije, ¡Buena suerte!, que es lo que se dice en mi país al verlos pues aparecen muy poco, pero acá era otra cosa. Empezaron a saltar y a pegarse en todo mi cuerpo golpeándolo como pequeñas balas. Entré en pánico. Me sacudía para sacarlos de encima mientras gritaba como loca y me paralicé. El gerente del hotel, el portero, mi acompañante me ingresaron al lobby, no sin antes desembarazarse de estos horribles insectos. Me explicaron que la culpa era del invierno y el calor abrasador que los atraía. Me pidieron mil disculpas, pero este tema era inmanejable, era culpa del clima invernal. Pasaron los cinco meses que iba a estar en Guayaquil. Amé la ciudad y sus 'huequitos' donde comí comida deliciosa y que no tenía nada que ver con mis
tradiciones. Pero lo que nunca entendí fue lo del verano e invierno. Entendí que Guayaquil está al revés, como en el mundo de Maria Elena Walsh, y sus canciones infantiles. Porque acá invierno se asocia al calor y verano al frío. Es el reino del revés.

EL REINO DEL REVES

Me dijeron que en el Reino del Revés nada el pájaro y vuela el pez, que los gatos no hacen miau y dicen yes porque estudian mucho inglés. Me dijeron que en el Reino del Revés nadie baila con los pies, que un ladrón es vigilante y otro es juez y que dos y dos son tres. Me dijeron que en el Reino del Revés cabe un oso en una nuez, que usan barbas y bigotes los bebés y que un año dura un mes. Me dijeron que en el Reino del Revés hay un perro pekinés que se cae para arriba y una vez no pudo bajar después.
Me dijeron que en el Reino del Revés un señor llamado Andrés tiene 1.530 chimpancés que si miras no los ves. Me dijeron que en el Reino del Revés una araña y un ciempiés van montados al palacio del marqués en caballos de ajedrez. Vamos a ver como es el Reino del Revés.
Por eso es que amo Guayaquil, amo Ecuador, porque rompe con todo lo que es lógico para cualquier mortal. Es fantasía pura, desde las iguanas hasta sus habitantes, pasando por los grillos y todas las variantes habidas y por haber. ¿Al derecho? La honestidad y calidez de su gente. Me pregunto, ¿De cuántas ciudades podemos decir lo mismo? Bienvenido al reino del derecho y del revés.

¡Bienvenido a Guayaquil!


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María Elena Walsh . Escritora argentina nacida en 1930. Ha incursionado en muchos géneros y sus libros, canciones, obras teatrales fueron traducidos a varios idiomas